La alianza «Somos Buenos Aires» también fracasó en el interior de la provincia, donde el radicalismo siempre tuvo un nicho de poder. Como resultado, 17 de los 28 intendentes perdieron la elección. Algunos, como Miguel Lunghi, el hasta ahora imbatible intendente de Tandil, salieron terceros con 14 puntos, muy lejos del peronismo que ganó por primera vez en 38 años.
Lo mismo sucedió con los intendentes Salvador Serenal, de Lincoln, y Javier Andrés, de Adolfo Alsina, que también quedaron en tercer lugar. Además de estos malos resultados, los comicios podrían llevar a que la UCR pierda las tres bancas que se ponen en juego en la Cámara de Diputados en las elecciones de octubre.
La derrota avivó la judicialización de la interna partidaria, cuya conducción se divide entre el presidente del Comité de Contingencia, Miguel Fernández, y el titular de la Convención de Contingencia, Pablo Domenichini. La alianza «Somos Buenos Aires» que ellos definieron fue un armado de centro que incluyó a la Coalición Cívica y a referentes del peronismo como Florencio Randazzo y el Intendente de Tigre, Julio Zamora.
Los críticos de la estrategia aseguran que esta línea moderada sirvió para partir a la oposición y terminar siendo funcional a Axel Kicillof, a quien Fernández le había rechazado en 2023 una propuesta para ser su vicegobernador.
El cierre de alianzas fue caótico para el radicalismo, ya que el sector que lidera Maximiliano Abad se negó a participar por estar en desacuerdo con la estrategia. En la Primera Sección, «Somos Buenos Aires» sacó 4,2 puntos, muy lejos de los 12,5 que necesitaba. En la Tercera, donde el propio Domenichini fue candidato, la alianza quedó en quinto lugar con apenas el 2,8% de los votos.
Tampoco se llegó al piso en la Quinta, en la Séptima y en la Octava sección. En la Cuarta, la UCR logró dos bancas, una para Pablo Petrecca y otra para Natalia Quintana. En la Sexta, llegaron Andrés De Leo y la radical Priscila Minnaard. De modo que solo Quintana y Minnaard llegan a la Legislatura por el radicalismo en una elección en la que ponía 14 bancas en juego.
Dentro del radicalismo se deslizan fuertes cuestionamientos hacia la estrategia de Fernández y Domenichini, a quienes se les critica haber entregado la junta electoral al peronismo y no haber dado espacios para contener a otros sectores del partido. La pérdida de representatividad legislativa deja a la UCR afuera de la discusión por cargos judiciales y asientos en órganos de control como el Banco Provincia y el Ministerio de Educación. Incluso lo saca de la negociación para quedarse con un sillón en la Suprema Corte.