Elecciones 2025: el ausentismo se convierte en un actor silencioso pero determinante

En 8 de las 10 provincias que ya votaron, la concurrencia promedio fue del 58%, muy por debajo del 77% habitual en comicios de medio término. El dato refleja un aumento del ausentismo que no distingue región ni color político, aunque sí se nota un marcado incremento de este fenómeno entre los sectores jóvenes de menores ingresos. Aún no celebraron sus comicios Corrientes, que lo hará el 31 de agosto, y Buenos Aires, que irá a las urnas el 7 de septiembre.

En un año electoral inusual, marcado por el desdoblamiento de comicios provinciales y un clima político-económico convulsionado, la participación ciudadana mostró una fuerte retracción. En 8 de las 10 provincias que ya celebraron sus elecciones locales este año, la asistencia promedio a las urnas fue del 58%, muy por debajo del 77% histórico registrado en elecciones legislativas de medio término. La diferencia equivale a una caída de 19 puntos porcentuales.

Las provincias analizadas habían decidido separar sus comicios provinciales de las elecciones legislativas nacionales, con el objetivo de centrar el debate en la agenda local y evitar que el escenario político nacional influya en el resultado. Sin embargo, la estrategia no logró garantizar una alta concurrencia: en la mayoría de los distritos, el ausentismo se ubicó muy por encima de lo habitual.

El fenómeno no se limita a una región o color político determinados. Se repite en provincias con realidades muy distintas, lo que sugiere que las causas podrían ser más estructurales que coyunturales. Entre los posibles factores se mencionan el desencanto con la política, la apatía frente a las opciones electorales y la fragmentación partidaria. A esto se suma la persistencia, en amplios sectores del ecosistema mediático, de un discurso que reitera incansablemente que “todos los partidos políticos son iguales”. Este mensaje, repetido de forma sostenida, alimenta la idea de que el voto no genera cambios reales, lo que erosiona la confianza en el sistema y refuerza la desmovilización ciudadana.

Si bien el ausentismo no distingue fronteras geográficas ni afinidades partidarias, sí muestra diferencias cuando se lo analiza por estratos sociales. Los estudios sobre participación electoral indican que los sectores de mayores ingresos y con mayor nivel educativo tienden a votar más, mientras que en los sectores populares el ausentismo es más alto, especialmente entre jóvenes. Factores como el costo de traslado, el trabajo informal en días laborables, la desconfianza en las instituciones y la percepción de que “nada cambia” inciden con mayor fuerza en los segmentos de menores recursos, generando una representación desigual en las urnas.

Aún quedan dos provincias por votar: Corrientes, que irá a las urnas el 31 de agosto, y Buenos Aires, que lo hará el 7 de septiembre. La comparación con la votación nacional permitirá evaluar si esta caída de la participación responde exclusivamente al desdoblamiento electoral o si es parte de un malestar más profundo con el sistema democrático.

Análisis y proyecciones

Si la tendencia de baja participación se mantiene en Corrientes y Buenos Aires, la lectura política podría ser doble. Por un lado, confirmaría un desapego creciente de la ciudadanía hacia el sistema electoral, un fenómeno que ya se observa en otros países de la región. Por otro, reforzaría el desafío de los partidos para movilizar votantes en un contexto de fragmentación política y crisis de representación. En un año donde cada punto porcentual de participación puede inclinar el resultado, el ausentismo —más alto en los sectores de menores ingresos— se convierte en un actor silencioso pero determinante.

La pérdida progresiva de valores democráticos no es un riesgo abstracto: América Latina ya vivió en décadas pasadas las consecuencias de dictaduras y regímenes totalitarios que restringieron libertades, persiguieron opositores y anularon la participación ciudadana. La apatía electoral, si se profundiza, puede abrir la puerta a líderes autoritarios y concentraciones de poder que socaven las instituciones.

¿Estamos ante un retroceso democrático?

Distintos especialistas advierten que, sin ser inevitable, el terreno para un giro autoritario se está configurando. Señalan al menos cinco señales de alerta:

  • Debilitamiento de los contrapesos institucionales, con avances del Poder Ejecutivo sobre el Judicial y el Legislativo.
  • Concentración mediática y discursos hostiles, que facilitan la imposición de relatos únicos.
  • Criminalización de la protesta social, con represión crecientes a marchas, huelgas y manifestaciones.
  • Desafección ciudadana y abstencionismo, que reducen la legitimidad democrática.
  • Liderazgos que se presentan por encima de las instituciones y descalifican a la política tradicional.

La combinación de estas tendencias, junto con una crisis económica persistente, aumenta el riesgo de que la región vuelva a vivir escenarios que creíamos superados. En este contexto, votar sigue siendo la herramienta más efectiva para preservar la democracia y evitar retrocesos históricos.

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